La mirada de Jesús:
Durante las últimas clases hemos estado trabajando con cuatro libros: Repensar la Dramaturgia (VVAA), A Choreographer´s Handbook (Jonathan Burrows), El teatro de la Muerte (Tadeusz Kantor) y Spangbergianism (Marten Spangberg). Nos hemos relacionado con ellos durante tiempos limitados: los hemos ojeado, hemos leído fragmentos, hemos conocido a nuestros compañeros a través del hecho de tener que decidir estrategias conjuntas para acercarnos a esos volúmenes. Además, hemos creado acciones en torno a los libros, y, así, de alguna forma, esos objetos se han expandido. Nadie ha leído los libros completos y, sin embargo, todos hemos visto reacciones de varios compañeros a fragmentos de esos textos, los hemos conocido, en parte, a través de las respuestas de cada uno de los integrantes del grupo. No conocemos el libro, conocemos lo que el libro ha generado en este grupo. Los libros son una excusa para generar curiosidad y acción. El conocimiento es una excusa para generar reunión. La cultura son vínculos. Así pues, en varios grupos, cada uno partiendo de uno de los libros, hemos salido a la calle para hacer alguna acción relacionada con esos libros en el espacio público: Cada grupo escoge un lugar para esculpir un concepto de su libro que le parece que debe salir, aunque sea por un momento, de entre las tapas, para vivir, a través de sus cuerpos, en la calle.
La mirada de Clara:
De pronto teníamos Spangbergianism en nuestras manos: la tapa negra y blanda y un montón de letras dentro, en inglés. Poco más sabíamos de ese objeto puesto que ninguna de nosotras en los días anteriores habíamos trabajado con él. Teníamos el recuerdo de Janet, Samuelle y Alberto caminando en todas direcciones y la certeza de que su propuesta venía de este objeto que mirábamos ahora dispuestas a sacar algo, lo que fuera, algo que nos llamara la atención, para llevarlo a la calle. No teníamos mucho tiempo así que nos encontramos con esta frase: «Like you, I’m alone but trust me, my support is unconditional» (» Como tú, estoy solo pero confía en mí, mi apoyo es incondicional») y la elegimos como contenido de nuestra propuesta. Decidimos elegir una acción cada una y llevarla a un espacio concreto a partir del concepto de esta frase que más nos llamara la atención. Marina y Sara eligieron el apoyo y se apoyaban la una en la otra mientras cruzaban un paso de cebra, algunas personas, que caminaban por la calle, les ofrecieron su ayuda también. Milagros eligió la soledad como concepto y la necesidad de salir de ella en la puerta del metro de Plaza Castilla. Yo decidí la soledad como movimiento estático, el no movimiento entre el bullicio de los coches en la Castellana y pensé que quizá Marten Spangberg no hablaba de la soledad, que quizá su libro no tenía nada que ver con lo que yo había interpretado de aquella frase pero que quizá la importancia no está en lo que él quiere decir sino en lo que yo puedo recibir de él.
La mirada de Alberto:
Repensando la dramaturgia escogimos un fragmento de Angélica Lidell tratando de reconocer en nosotros lo sagrado, espiritual y la transgresión. Buscando nuestro verdadero yo salimos a la calle tratando de des/cosificar, dando un carácter sagrado a objetos que a nosotros nos parecían interesantes e inertes. Desde la independencia, tal y como se trata en el texto, cada uno asumió un rol que no fue impuesto. Desde ahí establecimos una relación con un contenedor lleno de escombros buscando una conexión del yo real. De esta manera Janet estableció una línea con un hilo de PVC que cruzaba la calle, cuando los coches frenaban nos dimos cuenta que estábamos arriesgando, transgrediendo. Alberto conectó con el yeso tocaba el serrín y llenaba su cuerpo de virutas de madera. Gerardo grababa, su ojo. Al final esta independencia hizo que nos juntáramos construyendo una instalación a modo de altar con diferentes materiales, plástico, agua, serrín, PVC y saliva. Nos construímos y deconstruímos.
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La mirada de Susana:
Hoy ha sido mi primer día de trabajo y me encuentro con mis compañeros, y con cuatro libros desconocidos para mí, pero con unos títulos muy sugerentes. Nos llamo la atención “El teatro de la muerte”.
Tuvimos una sugerencia de Jesús: el embalaje. Tras varias lecturas del texto la palabra embalaje resonaba, era un eco. Belén nos dio como referencia espacial un contenedor de la calle lleno de cajas que en algún momento sirvieron de embalaje. Nos dimos cuenta de la importancia que tiene el proteger aquello que tiene valor, guardándolo con esmero y cuidado. Me sentí protegida por unas cajas, se creó un microespacio cómodo, en el que uno se siente seguro. Cobra importancia el contenido y el continente y por eso apareció la idea de hacer dos de nosotras como embalaje de otra.
Utilizar la cámara en estos ejercicios nos dio varias posibilidades de experimentación, qué siente uno desde dentro cuando le acotan el espacio, cómo se ve desde fuera cuando le acotan el espacio y la tercera grabación fue estar dentro y fuera.
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Embalaje
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Embalaje
Teníamos aún pendiente otra propuesta que Jesús nos había hecho el día anterior que consistía en adoptar lo que había mostrado otro grupo y evolucionarlo a partir de lo que los demás habían hecho. Así Samuelle, Janet y Alberto cogían la propuesta de Gerardo y mía: Samuelle nos daba instrucciones en francés, y luego se las daba a ellos mientras todos observábamos desde la puerta, en el pasillo, muy juntos. Maite y Milagros, a partir de la propuesta de Susana y Marina, cambiaban el lenguaje en el que se habían estado comunicando en días anteriores y seguían pendientes del cuerpo y el alma, de los tres cuerpos de los que habla Paul Valerie en el texto que habían rescatado de Repensar la Dramaturgia.
De pronto cada pieza es una carta, un regalo, un encargo.
Continuará, siempre lo hace.